martes, 29 de marzo de 2011

Exito

En qué momento nos hemos convertido en vigilantes de los conceptos sociales es difícil de decir. Si fue primero el comportamiento raro de uno y luego el rechazo propio a través del rechazo social o fuimos primero nosotros en rechazar conductas "inapropiadas" por referencia de los padres, maestros, adultos. Y somos vigilantes no precisamente porque estemos imponiendo orden y diciendo en voz alta todo el tiempo cual es el comportamiento correcto, tiene que ver más bien con los ligeros gestos de emoción o desaprobación que día a día incluimos en las conversaciones triviales del día. Todo el tiempo vigilamos inconscientemente, resultado: la sociedad y sus valores son parecidos a nosotros porque nosotros nos parecemos a eso. Este concepto de vigilancia no es mío, Ricardo y yo lo discutimos un poco la última vez que vino y lo sacamos a colación por el tema del éxito.

Todos queremos éxito. Pero definir éxito sin un contexto social es difícil. Imaginemos que todo el éxito posible lo tenemos.

Juguemos con palabras, metiendo éxito en un saco y sacando un sustituto al azar, recordando que tenemos todo el éxito y por ende cualquier sustituto.

Dinero: Todo el que quieras. Sin ir muy lejos, ni todo el dinero del mundo te permitirá ser un buen profesional o un buen padre, porque las decisiones correctas no se compran.

Profesionalismo: Ni todo el profesionalismo te salva de tener que tomar decisiones políticas que te pueden llevar a perder la razón como para querer quitarte la vida.

Libertad: Ni toda la libertad posible puede dejar de alejarte del mundo real y de los problemas cotidianos resueltos a través de pequeñas esclavitudes, el existencialismo es demasiado real para tener tanto tiempo para pensar en él.

Sexo: Banalización total y absoluta lleva poco a poco a la soledad si no consigues el límite del ser.

Igualdad: si se logra totalmente es la represión instantánea de deseos profundamente personaes y procrastinación contínua de la satisfacción propia. No existe deseo capaz de motivar nada en uno mismo.

Seguridad: Recreación infinita de los mismos hechos día tras día en busca del mínimos riesgo y el aburrimiento imposible de esquivar después de matar poco a poco la posibilidad de que algo nuevo pase.



La sociedad nos ha enseñado a compartir el éxito para que los demás vigilantes aprueben. Y aprobamos o desaprobamos todo. Mis amigos, cuando éramos más niños, siempre servían de refugio para evitar juicios, hoy en menor medida también son un refugio (En menor medida porque es difícil que el vigilante no permee un poco nuestra adolescente e inquebrantable rebeldía) Fue la manera más cómoda de decirle a la sociedad que no necesitaría nunca su aprobación porque mi éxito no dependía de aprobaciones de la sociedad hipócrita sino de la gente que es capaz de apreciar en mí el éxito como MI éxito y no como el de ellos. Es una forma compartida de éxito, el triunfo de los deseos del grupo de ser horribles y distintos frente a una sociedad que exige que seas "educado, correcto, serio y mojoneado"

Mi Mamá es exitosa: fue capaz de plantarse frente a la prepotencia, la indiferencia y lo aplastante de un ambiente familiar represivo y machista. Echó a andar su propio camino con rebeldía y formó un hogar lleno de atenciones, conversaciones y tolerancia, a pesar de los ojos vigilantes de desaprobación cargó a cuestas con el peso de un divorcio y los desencuentros de rehacer la vida mientras la sociedad hipócrita daba un espaldarazo y a la vez una zancadilla. Y el resultado, es el éxito que la mayoría añora: un hogar feliz. Pregunten por allí ( y cuando digo pregunten por allí es volteen a ver a su propia familia) y diganme cuántos no desean eso al menos en la intimidad del núcleo familiar.

Exito es lo que los demás desean. El punto es que nadie desea igual que nadie. Por eso los éxitos compartidos saben mejor.

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