lunes, 3 de enero de 2011

Embeleco

Del arte de mentir, todos sabemos algo. Es fácil desarrollar esa habilidad siendo niño porque se trata del instinto de conservación, se trata de cubrir las travesuras mintiendo. Nos enseñan a engañar desde que se esconden los rostros detrás de las manos, desde que se quitan la nariz y te la muestran entre los dedos apretados del puño. Y luego aplicando el mismo esquema, algunos castigos pueden evadirse gracias a las mentiras. Se convierte en un arte cuando las historias son más y más complejas, cuando se crean personajes ficticios, cuando los lugares son dignos de este mundo, cuando las personas que conocemos hacen cosas que no han hecho y dicen cosas que no han dicho, cuando desafiamos la lógica de la existencia de las cosas en el tiempo porque son capaces de existir en dos lugares distintos al mismo tiempo.

En persona, algunos son capaces de ver a los ojos y mentir. Otros se esconden con tics y con gestos. Desde lejos, la mayoría miente por teléfono o por escrito. Pero cuando no se trata de mentir en persona o de lejos, es cuando más artístico es nuestro quehacer: mentirse a uno mismo.

Ir desde adentro construyendo una red de transacciones irreversibles para no poder caminar de vuelta a la verdad es el mayor logro de nuestras mentes retorcidas para lograr los embustes a uno mismo. Yo me he perdido en mis propias mentiras, yendo y devolviéndome. Me cercioré de que Hansel no dejara piedras, sino migajas de pan para que los pájaros se las comieran.

Me dijeron hace poco: "qué mentira tan dulce". Dulce como la casa de Galletas de Park Guell. "¿Sabes cuánta azúcar tiene el Nestea?" y me respondí diciendo que no me importa. Y de verdad nunca me va a importar cuánta azúcar tengan las cosas, porque al final ésta me hace feliz, si no, ¿para qué camino hacia allá a comer dulces?

Quiero vivir coherentemente, pero no sé como dejar de mentirme. A partir de hoy dejaré que en mi sueño sean mariposas las que revolotean mi camino a la casa de Galletas porque ellas no comen pan.

Nacionalistas

Estaba leyendo en aporrea.org algunas opiniones de gente que cree en Chavez y la Revolución. En ese portal web se comentan cosas que para mí tienen mucho sentido, en algunas ocasiones no tanto. Y como uno siempre se empeña en ver lo malo, pues comento sobre una de las publicaciones que leí que me llamó mucho la atención. Nicmer Evans al final de una de sus entradas comenta:

"La nueva AN. A horas del inicio de sesiones de la nueva Asamblea Nacional, lamento que la oposición que necesitamos no sea la oposición que tenemos. Que falta hace un debate profundo sobre el país, con una oposición que teniendo la posición ideológica que tenga, sea verdaderamente nacionalista, y con propuestas de país concretas."


Yo también lamento que esa oposición no exista con más fuerza, pero me temo que el debate de las ideas y las propuestas concretas de una oposición nacionalista tampoco existen porque los intentos de que ella surja siempre son opacados por la POSIBILIDAD ¿real o no? de que no sean nacionalistas porque el Presidente los encasilla como traidores, pitiyanquis, cachorros del imperio y un largo etc que todos conocemos. Con esto no estoy excusando a la oposición de sus inmensos errores, sólo estoy diciendo que el oficialismo con su dedo acusador se encarga de asfixiar a "los nacionalistas" haciendo ver que no hay más nacionalistas que ellos mismos. También creo que no basta que a uno le gusten las arepas, la playa, el hablar y el clima para ser nacionalista, hay que creer en un proyecto de país y trabajar por él de alguna forma para ser nacionalista, la contradicción es que si todo, incluyendo las propuestas de país concretas, está motivado por el nacionalismo, este señor socialista está planteando la base misma del capitalismo como motivador de un proyecto de país: el egoísmo. El nacionalismo es una forma de egoísmo, es una forma de preocuparse por ti y por los tuyos, de un modo solapado por supuestos valores sociales superiores, pero al final es egoísmo. No se trata de que el egoísmo sea bueno o malo, como todo, en exceso probablemente traiga problemas, sino preguntenle a los Alemanes. Mi opinión es que el nacionalismo como motivador único de un proyecto de país es insuficiente.


Pero el punto de esto que escribo es más bien resaltar la contradicción de la exigencia de una oposición nacionalista vs. esfuerzos para promoverla en términos honestos. También recordar el arma de doble filo con el que se juega al clamar por nacionalismo exacerbado para un proyecto de país.