miércoles, 13 de octubre de 2010

Yo les quemaría la casa

Una casa con todas las comodidades,
Fruto del sudor de la frente de sus padres, de sus abuelos...
Un estilo de vida sin derroches, dándole valor a las cosas,
Valores acordes a la realidad social y el entorno,
Nunca escatimar en educación...

Desde adolescente sacrificó horas de disfrute por estudiar,
Cuando era necesario economizar el día, no dudó en recortar sueño.
El remordimiento de haberse quedado dormido la noche anterior lo carcomía.
Un día de 24 horas no era suficiente.

El orgullo de no pedir:
horas más, horas menos... en alguna labor de cualquier tipo por unas monedas
Monedas que servirán escasamente para saciar las horas de esparcimiento necesarias para seguir estudiando.

Sobrellevar los días llenos de desidia, los pactos tácitos que se han olvidado,
transgedir levemente los límites para que el mundo no te arrolle,
insinuar disconformidad con un poco de miedo y
evitar actitudes demasiado correctas para no llamar la atención.

Culminación de estudios y nuevamente, horas de disfrute sacrificadas para lograr impresionar en el trabajo. Economizar el día es levantarse muy temprano y acostarse muy tarde porque la cola no deja unos minutos más de sueño en la mañana y el sol se oculta mientras manejas cansado a casa. Un día de 24 horas sigue sin ser suficiente.

Pedir tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, porque despues de llegar cansado de horas de trabajo, los cálculos te permitieron decidir que pedirle al banco no es una cosa para después, es para ya, es para tener un techo y que sea propio y significa sacrificar más horas de disfrute para tener lo que tus padres te dieron y tu dárselo a tu descendencia.

Seguir sobrellevando atropellos del resto, porque la sociedad ya no tiene patrones de referencia, porque quedan pocos capaces de darle el valor que se merecen las cosas. El tiempo sacrificado, el tiempo invertido es el tiempo que no se pudo disfrutar. Es la vida misma, traducida en objetos tangibles.

Y el crédito se pagó con más de 10 años de difíciles cuotas, con un matrimonio y un embarazo en pleno desarrollo, sólo deseas que tu vida siga en el camino que te trazaste desde aquel momento en el que quizas un poco de presión de tus padres te llevó a tomarlo, pero que hoy es exactamente lo que quieres.

Y 15 años después, esa casa, que representa años y años de esfuerzo, contiene en valor material y en valor espiritual lo que has vivido, lo que has hecho con tus horas despierto, lo que has soñado y se ha materializado. Sólo quieres que tus hijos la disfruten, la conviertan en su casa y vivan lo mismo que tú, sean niños felices y adoren su país por eso. Que las demás cosas que opacan tu cotidianidad no sean el recuerdo de su vida ni de la tuya.

Que cada día sus caras sean más alegres en vez de más tensas, que cada vez este sea más el lugar donde envejecer y menos el campo petrolero estéril después de la explotación.

El día que invadieron las orillas de la carretera que lleva a mi casa vi a mi padre salir por la puerta con un megáfono y los vecinos de toda la vida.

Cuando regresó tuvimos una confrontación de verdades:

-Esa gente vive lo mismo que nosotros todos los días, no escogieron esa vida, ni están agusto de esa manera, pero hacen lo que pueden, sus hijos de 15 años estudian como pueden y tratan de salir del círculo vicioso de vivir en la informalidad y entre criminales

-Si nadie hace nada, entonces ¿quién lo hará?

-No sé, pero es injusto que gente inocente pague por los errores de toda la sociedad

-Yo no creo que sea injusto, así es la vida. Tú sabes el sacrificio que todo esto ha significado para mí y cuánto he querido que ustedes vivan como yo.

-Si esta es la vida que tú quieres para mí, pues no la quiero. No quiero que mi vida cómoda valga más que la sensibilidad más mínima por las desgracias humanas.

-¿Cuando vengas a cualquier hora del día a tu casa y tu vida esté en juego...

-Exageras...

-No exagero nada. Una cosa trae la otra y en muy poco tiempo estaremos rodeados de basura, tierra, alambres de púas, y hartos de la inseguridad.

-No me gusta la situación, pero la confrontación te parece la salida correcta.

-No, no me parece correcta. No me gusta la confrontación. Iría de noche con mucho cuidado vaciaría varios bidones de gasolina y ahí mismo yo les quemaría su "casa", pues ellos ya han incendiado la mía.